lunes, 14 de marzo de 2011

El General Villa y sus Centauros acaban con las Aguilas.


En un Clásico Joven que cumplió con las expectativas de los mas de 70,000 seguidores que se dieron cita en el Estadio Azteca, La Maquina Celeste de Cruz Azul venció 2 goles por 0 a las Aguilas del America.

Quizá el partido no era tan trascendental para ellos, más allá de los 3 puntos tal y como lo habia anticipado Mosquera. El problema con esa falta de compromiso es que se reflejó en el campo; el resultado fue que en dos minutos el dúo dinámico que conforman Chaco Gimenez y Tito Villa le terminaron de pintar la cara a unos desganados defensas azulcremas: el primero como orquestador, el segundo como efectivo verdugo.

Al minuto 16 un desborde por la izquierda de Gimenez encontró a Villa, que librado de una flojísima marca de Valenzuela de un cabezazo picó la pelota de una forma imposible de detener para el portero Ochoa.

La Maquina siguio fiel a su estilo de empujar y crear, la diferencia en esta ocasión es que a la generación de jugadas le acompañó una puntería que durante los últimos partidos no tenía.

El partido se jugaba al ritmo que Cruz Azul imponía. Las jugadas de uno y dos toques desgastaban a los mediocampistas del America, con un Gimenez que volvía a ser la versión que conocimos en sus mejores años en Pachuca.

Esa manera de tratar bien la pelota rindió sus frutos al 19 en una jugada colectiva que terminó en un desborde por la izquierda de Chaco; su centro raso lo remató Villa con un excelente golpeo que dejó a la dupla  de centrales Mosquera-Rojas impávidos y a un Ochoa indefenso: un golazo.

La primera parte aun tuvo más emociones: Palau se encontró con un balón que la media cancha americanista perdió en forma displicente; su intento de tiro de larga distancia salió desviado de la meta local.

En la banca, Carlos Reinoso no acababa de descifrar la forma de revertir el resultado. Y por los movimientos que realizó durante el segundo tiempo no se sabía si ya habia claudicado o si en realidad buscaba un revulsivo, pero a la salida de Layun por Martínez le siguió Montenegro por Marquez, con lo que la media quedaba trunca y sin uno de sus referentes.

El nuevo parado del equipo funcionó por momentos, con llegadas al arco de Corona pero que nunca le exigieron un esfuerzo extra al cancerbero Celeste.

La apertura del juego fue una apuesta arriesgada que Reinoso pudo pagar con un tercer gol que no llegó por centímetros: Giménez se encontró con campo abierto por la derecha pero no pudo controlar de primera el balón que le enviaron, lo que le dió a Ochoa el tiempo preciso para reaccionar y evitar una tercera caída de su meta.

La ida y vuelta del partido daba cuenta de la poca organizacion en la mitad del campo con la que empezaron a jugar los dos equipos. Los locales empezaron a crear presión y en los momentos finales encimaron a sus rivales.

Y parecía que la mentalidad de “nunca dejar de luchar” estaba rindiendo frutos, pues Angel Reyna puso a festejar a la afición local al 91, pero su gol fue anulado por un fuera de juego de Marquez: solo un susto para la defensa Cementera.

Este resultado termina con la buena racha de resultados con las que Carlos Reinoso empezaba a construir un buen momento deportivo. Por su parte La Maquina continúa ajustando cuentas pendientes: la barrera mental que le impedía ganar en el Azteca parece por fin rota, ha recuperado el buen juego y efectividad, lleva dos partidos sin recibir gol y cuatro sin perder. A eso hay que sumarle la reaparición de Hugo Patricio Droguet en los minutos finales del partido: ¿Se puede pedir más?

Si, señor Enrique Meza: queremos más.

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