lunes, 16 de mayo de 2011

El Morelia tuvo su noche mágica y va a la Gran Final...


Antes de empezar, es necesario DENUNCIAR la MALISIMA o mejor dicho PESIMA imagen de lo sucedido en el Estadio Morelos.

Para quien esté interesado, la cadena de errores fue mas o menos asi (corrijan si me equivoco):


1. un aficionado se introduce a la cancha (atención vigilancia del estadio y club Morelia!!!) e increpa a Christian Gimenez;
2. el argentino, que no es un dejado, responde en una forma poco profesional, pero humana al fin (atención Cruz Azul y Federación!!!);
3. la chispa se convirtió en incendio cuando los dos banquillos (al completo) quisieron detener la escena y sólo lograron empeorarla; esto demuestra que los “animales” que denunció Boy no sólo viven en el Estadio Azul, están en todos lados (atención DT`s!);
4. Resultado: 3 jugadores expulsados, la peor publicidad para una semifinal de Liguilla (ojo Televisoras!!) y
5. la imagen de Corona, disfrazado de Zidane en su encuentro contra Materazzi (ATENCION SELECCIONES NACIONALES).

R-I-D-I-C-U-L-O !!!!!

------------------------> LOS HECHOS:

Cruz Azul se presentó al Estadio Morelos sabiendo que el resultado de 2-0 obtenido en el juego de ida de la Semifinal del Clausura 2011 le daba la ventaja de cara al fin de semana.

Enrique Meza esperaba un planteamiento ofensivo de los Michoacanos, con la defensa purépecha adelantada y muchos espacios en los que Aquino, Torrado y Gimenez crearían peligro.

Pero nadie vaticinó el vendaval que Tomás Boy planeó y que Rafael Marquez ejecutó en dos muy buenas jugadas. En 10 minutos los antes llamados “ates” cancelaron la ventaja Cementera y al final del partido revirtieron el marcador, eliminando toda sospecha de una remontada.

Fortalezas y debilidades Celestes.

Morelia salió con otra cara. De ser dominado pasó a ser amo y señor de la cancha. Aldo Leao se convirtió en el artífice y Rafael Marquez la punta de lanza de un equipo sabedor de que era “matar o morir” por llegar a la final. Se lo hizo saber al Cruz Azul desde el primer minuto del juego.

Del otro lado, Villa no se encontraba cómodo. Las molestias de media semana se convirtieron en su peor enemigo y fueron más efectivas que la marca que Joel Huiqui y Enrique Pérez ejercieron sobre él. El argentino ex-Derby County y Tecos tuvo una noche para olvidar y salió del partido para ser substituido por Isaac Romo al minuto 38. Tito Villa fue victima de los dolores en el hombro ocasionados por una mala caída, cuando sufrió una falta cerca del área grande michoacana.

El cobro de la falta no tuvo mayor consecuencia, pues el disparo de Gimenez salió desviado de la puerta de Vilar.

Y eso fue todo con lo que tuvo que lidiar el cancerbero local.

El golpe de efecto llegó al minuto 8. Manuel Pérez cobró una falta fuera del área y mandó el balón lejos de Corona y techó a Araujo, Pineda perdió la marca de Rafael Márquez quien se levantó en el aire para desviar el balón: iniciaba la noche mágica Monarca.

La defensa estaba impávida. Lenta y sosa como era no alcanzó a adivinar el plan de Aldo Leao, quien en una genialidad proyectó una vez más a Márquez. El nacido en el Distrito Federal no defraudó: venció en velocidad a Araujo y de un toque envió la redonda a las redes y las multitudes al éxtasis para redondear los mejores 10 minutos de su temporada, que de por sí ya es buena.

La desesperación en el rostro del defensa Celeste cuando trataba de alcanzar a su marca es un excelente ejemplo de lo que sucedió el resto del partido: la impotencia del Cruz Azul por no alcanzar el objetivo, el cansancio de generar y no incomodar al rival, el hartazgo de tener el balón pero no las respuestas.

Al igual que Ponce, Pineda y Pinto, los encargados de horadar la defensa local estaban perdidos. Aquino (genial en el partido de ida) ahora estaba aislado en la banda, Chaco tomaba los balones lejos de donde podía hacer daño, Torrado recuperaba muy cerca de su propia puerta y en general el equipo no funcionaba.

Orozco por Pineda y Romo por Villa fueron cambios hechos más por necesidad que opciones de revertir el rumbo del juego.

Enrique Meza no lograba encontrar respuestas en el banquillo.

Victoria anímica de Tomás Boy.

Si hay alguien a quien le gusta celebrar los goles es al técnico de Morelia.

Y vaya que supo hacerse notar cuando su delantera los puso por delante en la eliminatoria.

Pero si algo hay que aplaudirle -aunque no tan efusivamente- es el trabajo táctico que realizó este domingo.

Morelia venía abatido moralmente por el error garrafal de Vilar, pero levantarse de esa pifia fue la piedra sobre la que construyó la base anímica del equipo. El técnico no dejó que una eventualidad como esa destruyera el vestidor, hizo que saliera lo mejor de cada uno: Joel Huiqui estuvo cerca del nivel que le conocimos en Pachuca, Enrique Pérez frustró una y otra vez a Chaco y compañía, Jaime Lozano se dio el lujo de poner la puntilla para la eliminación Cementera.

Corría el minuto 87 y Cruz Azul estuvo a punto de anotar el gol del descuento y que podia significar la calificación, pero Huiqui se encargó de eliminar el peligro en una acción a la que fácilmente podemos llamar “la barrida del campeonato”. De ese balón rechazado surgió el contragolpe que tomó mal parado a Ponce; Sabah arrastró el balón hasta las afueras del área grande y sirvió a Lozano, quien se tomó su tiempo para acomodarse y soltar un disparo perfecto para cruzar a Corona y decretar ganadores de la serie a los locales.

Debacle monumental.

Las escenas que siguieron al gol de Lozano no serán recordadas como los mejores momentos en la rivalidad de estos dos equipos.

El problema es que cada vez son más frecuentes, más severas y las autoridades más incapaces de impedirlas.

En nuestro afán por imitar las prácticas de ligas como la argentina o la brasileña, hemos importado también la violencia y ése sólo hecho, la tolerancia a estos eventos, puede iniciar el desencanto hacia el balonpié nacional en otras latitudes.

Y así como Chacón lo hizo dos minutos después de terminada la gresca, nosotros nos encontraríamos apagando las luces y terminando el espectáculo, de mala manera, decepcionados.

No dejemos que pase

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